Luis Vélez, editor y redactor de Sala 18, comparte entre amigos una breve historia de cinefilia, o el inicio de la suya.
«"2001: Una odisea del espacio" de Stanley Kubrick cambió para siempre mi manera de ver cine» Escribe: Luis Vélez


A.G. era presidente y yo, un niño monse. A pesar de eso (o tal vez como consecuencia), andaba afanadísimo por el cine fantástico y el de ciencia ficción ochenteros. Fue el alimento inicial de mi cinefilia y la principal fuente de abastecimiento era el alquiler de copias pirata en Betamax. Jugaba a versiones extrañas del Superman de Reeve o el Batman de Keaton. La historia sin fin y Laberinto funcionaban más bien como cuentos de hadas modernos. Todas las de Spielberg o Volver al futuro de Zemeckis se constituían en clásicos de una generación. Había las más ligeras tipo Cortocircuito, Innerspace o Cocoon, y las de sci-fi más directa, títulos de culto como Blade Runner, Tron, Enemigo mío, Starman o D.A.R.Y.L.. También los filmes de serie B de The Cannon Group, y recuerdo que mi regalo de cumple #8 (inadecuado para la edad) fue el cyberpunk Robocop de Paul Verhoeven. Oh, y desde luego, la primera trilogía de Star Wars, que es parte de lo que me ha tocado ser hasta ahora.

"2001: A Space Odyssey" DE STANLEY KUBRICK

Sin embargo, durante todo ese período, mi padre me hablaba de una película que venía a ser la madre de todas las anteriores: 2001: Una odisea del espacio (2001: A Space Odyssey). Él la había visto, muy probablemente entre 1968 y 1969, en el enorme écran del cine-teatro Cavero de Ayacucho, sala de antaño en la cabían dos mil personas, aún en pie hoy, convertida en centro de un negocio religioso. Una noche me describió el impacto e impresión que le había causado. Otra, durante un espectáculo de fuegos artificiales, le vino de inmediato a la memoria al sonar el apoteósico crescendo de la fanfarria inicial del Así habló Zaratustra. Se me hizo mítica y no había por dónde dar con la película de marras. Debieron llegar los 90 para hallar el tesoro escondido, casualmente, cuando un compinche del colegio me mostró una pila de videocintas almacenadas en la trastienda del negocio de su viejo, que de videorent había girado hacia licorería. Nunca había pedido prestado un objeto con tanta ansiedad.

Keir Dullea como david Bowman en  "2001: A SPACE ODYSSEY" DE STANLEY KUBRICK

Han sido algunas las veces en las que al terminar una película he sentido una alteración en la concepción o acaso entendimiento de las cosas. Me sucedió por ejemplo con Mulholland Drive de David Lynch; pero la primerísima experiencia a tal nivel ocurrió cuando finalmente, a los diez, vi 2001. Puedo percibir de nuevo esa mezcla de desconcierto y semi-delirio al presenciar algo que me maravilló pero iba más allá de mi comprensión temprana. Ello cambió para siempre mi manera de ver cine. Mi pequeño mundo de entretenimiento e ilusiones había sido de pronto invadido por la filosofía y trascendencia de 2001. Algún día intentaremos sentarnos a conversar sobre los temas de la peli, tan abierta a la interpretación: creación, evolución, exploración, colonización, inteligencia artificial, vida extraterrestre, la insondabilidad del universo, la naturaleza de la existencia humana. Un desafío tecnológico, artístico y ontológico; aunque en resumen sólo importa lo que el propio Kubrick decía: «mejor evitar la verbalización intelectual y llegar al subconsciente del espectador».

"2001: A SPACE ODYSSEY" DE STANLEY KUBRICK

El inocente yo no sabía que se estaba enfrentando a un monstruo llamado Stanley Kubrick. Ya sería en la "postadolesencia" cuando admiraría su obra, en tanto que 2001 pasó del home video al cable y del cable al DVD. Sumé a mi breve colección la novelización del guión a cargo de Arthur C. Clarke, que encontré en una feria de libros de segunda mano en Trujillo, y aporta mayor dimensión al relato; y el imprescindible soundtrack con las piezas de Khachaturian, los dos Strauss y el “micropolifónico” (la verdad, intenso) György Ligeti.

STANLEY KUBRICK, keir dullea y gary lockwood durante el rodaje de "2001: A SPACE ODYSSEY"

He disfrutado en pantalla grande de la resonancia de 2001, verbi gratia Gravity o Interstellar, pero recién dentro de unas horas creo voy a cerrar el círculo de esta historia: ¡veré 2001: Una odisea del espacio en el cine! No sé qué me conmoverá más, si las apariciones del enigmático monolito negro o el éxtasis de poder del homínido descubriendo el arma/herramienta, si ese famoso perfecto instante de elipsis/continuidad de cuatro millones de años o el Danubio Azul de naves en órbita que sigue tras el empalme, si la "mente" de la computadora HAL 9000 disolviéndose o David Bowman atravesando solitario un portal estelar, si la alucinante secuencia final o la enorme y hermosa figura del Starchild en ella. Sólo faltaría un detalle: contarle a mi papá que después de haberla visto él en el cine-teatro Cavero de Ayacucho, hace casi medio siglo, ahora me toca a mí.

El DATO: 
2001: A Space Odyssey tendrá algunas últimas funciones en Cinemark San Miguel y Cinemark Jockey Plaza este miércoles 17 de mayo por la noche en el marco del mini-ciclo de reestrenos de algunos clásicos. Saludamos la iniciativa. Entradas en la web de Fandango.

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