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Las películas de Paul Thomas Anderson

Se exhibe estos días en cartelera local 'Inherent Vice', la nueva película de P.T. Anderson. Ello nos obliga a repasar su filmografía completa. Son siete títulos imprescindibles para el público cinéfilo. 

Publicado: 2015-02-21

Se exhibe estos días en cartelera local Inherent Vice (Vicio propio), la nueva película de Paul Thomas Anderson. Ello nos obliga a repasar su filmografía completa. Son siete títulos imprescindibles para el público cinéfilo. 

Paul Thomas Anderson (Studio City, Estados Unidos; 1970) es admirado por cinéfilos. Su obra es contundente. Desde sus inicios como niño prodigio del cine hasta su consolidación como uno de los realizadores fílmicos más importantes de la actualidad, P.T. Anderson es uno de los más talentosos representantes de la generación de cineastas estadounidenses surgidos en los años noventa que tuvo en las tiendas de video rent su mayor escuela. Influenciado por Scorsese, Welles, Kubrick y su ídolo Robert Altman, Anderson ha ido forjándose a sí mismo con cada filme. Cronológicamente, podríamos dividir el trabajo de Paul Thomas Anderson en dos partes, con una transición a la mitad. 

Paul Thomas Anderson fotografiado por matt carr

Sus tres primeras cintas, dos de ellas teniendo como escenario determinante al Valle de San Fernando ("The Valley") en California, abordan temas muy humanos como la existencia, el arrepentimiento, y la búsqueda de amor y perdón, en contextos de soledad y relaciones familiares endebles. Con todo ello más sus largos planos-secuencia, sus acercamientos veloces y sus giros bruscos en el encuadre, Anderson creó sus marcas registradas. Luego, las exigentes actuaciones que sus películas demandan han servido para el lucimiento de un cuerpo de interpretes. Entre los recurrentes de esta primera mitad hallamos a Philip Baker Hall, John C. Reilly, Luis Guzmán, Melora Walters, Julianne Moore, William H. Macy, y el gigante Philip Seymour Hoffman, con el que Anderson siguió contando hasta sumar cinco películas. 

P.T. Anderson, durante la filmación de 'magnolia', dirigiendo a William H. Macy 

Hard Eight (1996).-

Hard Eight tuvo como título original Sydney, así lo prefería Paul Thomas Anderson. Sydney (Philip Baker Hall) es el corazón de la película, y la metáfora se extiende a más de un sentido. Sydney, es maestro y guía, consejero y figura paterna. Hombre mayor taciturno y benevolente, que parece buscar reconciliarse con la vida y nos produce sospechas hasta que se nos pasa y no podemos evitar amar. Es lo que siente John (John C. Reilly), quien como un cachorro abandonado es rescatado, alimentado y puesto de vuelta en el juego por Sydney. Anderson debutó en el largometraje con una película visiblemente construida en Sundance. Es notoria la sencillez de una opera prima que permitió a su joven director entrar de lleno en el entrenamiento de un estilo rápido de temas visuales y argumentales a los que recurrirá con frecuencia. Un thriller de dados, pasiones y unas cuantas pistolas, ambientada en casinos, hoteles y moteles de Nevada, Hard Eight es un extraño y seco relato americano a la neo-noir, que aborda la oportunidad, el pecado y la redención a través del amor, y cuyo quiebre final mostrará motivaciones e incertidumbres. Hall y Reilly conforman una dupla de contrastes más que correcta a la que sumamos las participaciones de Samuel L. Jackson y Gwyneth Paltrow.

'Hard Eight' (1996)

Boogie Nights (1997).- 

Boogie Nights partió de un cortometraje falso documental llamado The Dirk Diggler Story, que Anderson registro a los diecisiete años en video. Era como un reportaje al interior del ascenso y descenso de un actor al final de la Época de Oro del cine porno. Boogie Nights elevó la idea, ahora en forma de crónica novelesca, hasta lo más alto. Una película coral, entretenida, de amplio despliegue de dirección y buenas actuaciones. La época disco en que las películas porno se rodaban en celuloide, se revelaban en laboratorios y se pasaban en cines, albergó un mundo de personalidades, placeres y dramas. En Boogie Nights, Jack Horner (el gran retorno de Burt Reynolds) se describe a sí mismo como un realizador fílmico cuyo sueño es crear la película para adultos que nos mantenga en la butaca para ver cómo termina la historia. La industria de la tres equis es vista como un micro Hollywood de mansiones pequeñas, productores, y estrellas. Hacia la cumbre camina Dirk (Mark Wahlberg) y a través de sus inicios y fama recorremos el ambiente. Sus compañeras y compañeros de escena serán su familia adoptiva. La riqueza de los personajes secundarios es vasta en esta película que cambia de tono cuando la llegada del video reorienta la vida de todos. Es paradójico pues, de hecho, Boogie Nights le cambió la vida a Anderson y su elenco.

'Boogie Nights' (1997)

Magnolia (1999).-

Fenómeno típico de las terceras obras, Magnolia llevó las manías de Anderson al paroxismo, con total libertad de su lado. Densa y compleja, Magnolia es un tejido de historias entrelazadas cuyo tramado lo van hilando personas en desesperada búsqueda de amor y perdón. Desde el desarrollo de su guión, ello plasmado en la ilustración del título al final de la introducción, y parafraseando a Anderson: la película es como una flor en apertura (Magnolia es también un boulevard de "The Valley"). La misma intro va develando la intención del director/escritor de incorporar un elemento organizador de la casualidad dentro de una red humana global de relaciones y afectos. Así, con el virtuosismo de Anderson y el poderío de su ensamble actoral, el filme va marchando como una sinfonía de sentimientos encendidos, breves pausas tras los crescendos; insertando cuestiones numerológicas, referencias bíblicas, alegorías climáticas y una cierta observación crítica del mundo moderno. De pronto, el elemento referido en la introducción aparece para "poner las cosas en su orden", aún así tengan que, literalmente, llover ranas. Grandilocuente o no, rica en recursos narrativos, Magnolia es este monstruo de nueve cabezas y tres largas horas de vida que puso a Anderson en diversas listas de culto.

'Magnolia' (1999)

Al parecer, después de la pesada carga emocional y de trabajo que debió significar Magnolia, P.T. Anderson decidió aligerar las cosas, como en una feliz transición, pasando a la comedia y a los noventa minutos de duración. Lo hizo con la genial Punch Drunk Love.

Punch Drunk Love (2002).-

Barry Egan (Adam Sandler) simplemente no encaja. Sus siete hermanas lo ridiculizan, sus empleados han de pensar que está loco. Tan sólo es comprendido por el espectador que se identifica con él y sabe de su plan para canjear cajas de pudín por millas de avión. ¿Lo que le sucede es resultado de sí mismo o es él producto de sus desventuras? Barry tiene problemas para controlar su ira, sin embargo junto a ésta, Barry guarda mucho amor. Punch Drunk Love es una perfecta e inusual tragicomedia romántica. Una finísima película, algo surrealista, de exquisitos momentos y bellos simbolismos. Un objeto misterioso aparece en la vida de su protagonista. No es un piano, es un armonio. Y también misteriosa aparece Lena (Emily Watson). Ella viste de rojo, él viste de azul. El talento de Paul Thomas Anderson asoma en pleno, para poner nuevas luces sobre el viejo concepto de la fuerza del amor. El manejo de ritmos y tonos es excelente. Le baja al azúcar y agrega la criminalidad y el neuroticismo como ingredientes para el el impacto. Reviste el relato de una aureola mágica. En sus imágenes se cuelan destellos luminosos (destacar la fotografía de Robert Elswit) y para transiciones del relato sirven difuminados colores pastel. Punch Drunk Love es una lección de cine, que además supone la participación favorita nuestra de Sandler en película alguna.

'Punch Drunk Love' (2002)

La segunda parte de la filmografía de Paul Thomas Anderson, observando en unidad las tres cintas que la conforman, puede ser vista como una especie de retrato histórico de los Estados Unidos en el siglo XX. Con las tres ubicadas principalmente en California, al inicio de décadas, y llevadas por actuaciones monumentales e imágenes de alta belleza, Anderson explora temas grandes como el poder, el dinero, la religión y la contracultura; aspectos que han moldeado la vida de la sociedad contemporánea. 

Paul Thomas anderson dirigiendo a Daniel Day-Lewis en 'there will be blood'

There Will Be Blood (2007).-

El petróleo emana de la tierra como sangre de una herida. El petróleo, negro y viscoso, impresiona como origen diabólico de ambiciones y riquezas. El petróleo lo baña todo y arrastra muertos en su cauce. Elegantemente dirigida por Anderson, hermosamente fotografiada por Elswit, There Will Be Blood, inspirada por la novela Oil! de Upton Sinclair, es épica y despiadada. Es también la obra más política de Anderson. No es difícil vincular la gesta del magnate Daniel Plainview (Daniel Day-Lewis) durante el boom petrolero del Sur de California a fines del s. XIX - comienzos del s. XX con el capitalismo más salvaje de occidente. La histórica performance de Day-Lewis es la fuerza que nos conduce por campos desérticos y ferrocarriles. Plainview no está solo y son notables el balance que otorga la presencia inocente y silenciosa del hijo, y el enorme duelo de egos entre Plainview y el predicador Eli (un extraordinario Paul Dano). Plainview arrasa para construir su oleoducto, Eli desea más que nada expandir su Iglesia de la Tercera Revelación. Ambos son seductores de conciencias y embusteros acumuladores. Dinero y religión van de la mano. There Will Be Blood es un retrato serio e intenso que convirtió a P.T. Anderson en el realizador del, probablemente, primer gran clásico americano del siglo XXI.

'There Will Be Blood' (2007)

The Master (2012).-

The Master es magnífica. Son años de posguerra en Estados Unidos. Las cosas se reacomodan en épocas de no saberse lidiar con la victoria. El país ha terminado de enterrar a sus varios muertos y queda mucho dinero. Han quedado cicatrices y otros cortes aún no cierran. Estados Unidos, en 1950, es un perfecto caldo de cultivo para el brote de ideas sanadoras y sus fabricantes de "verdades". Allí, Lancaster Dodd, un tanto tirano pero carismático, se identifica como escritor, doctor, físico núclear y filósofo teórico (Anderson partió de la figura de L. Ron Hubbard, fundador de la Cienciología). "La Causa" gira en torno a él. A él llega por accidente Freddie, extraviado, de afectada psiquis, no convencido de nada. La relación entre Lancaster y Freddie configura tal vez la dupla de personajes más compleja creada por P.T. Anderson (eximios Philip Seymour Hoffman y Joaquin Phoenix) en una película con la que vuelve a capturar un tiempo y estado gracias a un hermosura fotográfica de planos-contraplanos en 70 mm, una sólida dirección y este ser que busca un lugar en el mundo y encuentra al líder/comerciante de un culto que sabe armar sus tinglados, pregunta a su invitado si fue enviado por comunistas o extraterrestres y conduce expiaciones mediante cintas magnetofónicas y trucos mentales.

'The Master' (2012)

Inherent Vice (2014).-

Paul Thomas Anderson no había adaptado una novela con todas las de ley, y nunca se había adaptado para el cine una novela de Thomas Pynchon. Anderson asumió una tarea difícil para traer al frente una representación posmoderna de la sociedad occidental, esencia de la obra de Pynchon, que ambientada en 1970 resulta nostálgica e hipnotizante. Podemos describir a Inherent Vice como una extravagante película psicodélica de detectives y misterio, receptora de las vibras californianas hippies, no falta de momentos cómicos que van hasta desde el slapstick hasta lo exquisitamente absurdo. Es una película que trasciende olor a hierba y sudor. El camino que va tomando se torna laberíntico. Los hilos van rompiéndose en el trayecto y simplemente nos dejamos llevar por la película y su onda, para luego sentir, con complacencia, los efectos de ésta. El estilo narrativo y visual es un compendio de todas las habilidades previas de Anderson, que además vuelve a hacerse de un cast mayúsculo para ganar una amplitud de ricos personajes, encabezados por Joaquin Phoenix, siempre en forma plena. Josh Brolin es el otro grande de esta ocasión, mientras que las revelaciones son Joanna Newsom y una maravillosa Katherine Waterston. Inherent Vice es una experiencia que debe considerarse tomar, sin dudas.

'Inherent Vice' (2014)

Las sociedades de Paul Thomas Anderson.-

Añadiendo al cuerpo de actores frecuentes con los que el director se involucró en la primera mitad de su carrera, y sin olvidar a Joaquin Phoenix, que sería su nuevo actor fetiche, una colaboración/amistad entre director y actor destaca como entrañable: Paul Thomas Anderson y Philip Seymour Hoffman. Hoffman acompañó a Anderson en cinco de sus filmes, desde su pequeño debut hasta el protagónico en The Master. Anderson, que diseñaba personajes con Hoffman en mente, cuenta acerca de él: "lo vi por primera vez en Scent Of A Woman. Recuerdo estar en el cine viendo esa película y enamorarme de Phil Hoffman. ¡Mierda! Quien fuera este tipo tenía que conocerlo y tenía que tenerlo.". Es sabido que Anderson dedicó una conmovedora remembranza de Hoffman en el funeral del actor.    

Robert Elswit, quien se llevó el Oscar por There Will Be Blood, ha sido el director de fotografía de todas las películas de P.T. Anderson, con excepción de The Master. Por otro lado, una de las sociedades que más celebramos en el mundo del cine es la que vienen manteniendo Anderson y Jonny Greenwood. Greenwood, conocido entre nosotros como el virtuoso guitarrista de la banda británica Radiohead, es un músico extraordinario, y ha compuesto los scores para There Will Be Blood, The Master e Inherent Vice. Y es que la música es parte vital de los filmes de Paul Thomas Anderson. Como en Boogie Nights e Inherent Vice, en que clásicos disco/pop/rock están allí como parte esencial del tono de las épocas; o como en Magnolia, en que las canciones de Aimee Mann y su lírica son parte de la filosofía de la obra. Lo de Greenwood es de otro mundo y ha sido fundamental en la creación de atmósferas y el realce de la narración. Es música filuda o acariciante, tormentosa o calma, de melodías con sabor a jazz hasta disonancias sinfónicas y psicodelia pura. Greenwood ha recibido reconocimiento de crítica y publico especializados, no así el de la Academia, de quien no ha obtenido una sola nominación. 

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Sala 18

Las vicisitudes de ver cine en el Perú.